Hubo una
época en que algunos editores de libros se involucraban tanto en su trabajo que
en ocasiones parecían extralimitarse en sus atribuciones. ¿O acaso extralimitarse
en sus atribuciones les estaba también permitido en función de que el producto
que llegara a manos de los lectores fuera el mejor posible?
Y en lo que se
refiere a este producto, a las obras ya publicadas, ¿eran mejores o
definitivamente diferentes a las que sus autores habían concebido en un principio?
Y en cuanto a los autores, ¿qué opinaban de aquel producto final?
Aquí cabría
mencionar, como ejemplo, la polémica surgida a finales de la década de los
noventa alrededor de la obra de Raymond Carver y su editor Gordon Lish.
Parte de estos
razonamientos y cuestionamientos que he mencionado se los hace el personaje de
Max Perkins en “El editor de libros” (Genius,
título original), la película dirigida por Michael Grandage basada en la
biografía de la leyenda de la edición estadounidense Maxwell Perkins, Max Perkins: Editor of Genius, escrita
por A. Scott Berg.
De esta
biografía el filme pone la lupa sobre la relación personal y profesional que
mantuvo Perkins con el escritor Thomas Wolfe. Una relación intensa y
fructífera, íntima, pero a la vez emocional, tensa, de amor y odio... Sobre
todo a causa de la inmadurez y la egolatría de Wolfe.
Y es que no
podrían haber dos personajes más disímiles entre sí: mientras Perkins era un
hombre de familia, afable, sosegado, estoico, amante de los placeres sencillos,
Wolfe era un huracán que gustaba de visitar tugurios, mujeriego y dado a la
bebida, un hombre pasional y frenético que buscaba vivir cada minuto de su vida
al máximo a costa de lo que fuera y, por supuesto, con una prosa tan desbocada y lírica como su propio ego.
En muchos
casos aquellos editores tenían también que interpretar el papel de psicólogos
con algunos de sus escritores, escucharlos y orientarlos no solo con lo que
escribían sino incluso en las decisiones importantes que tomarían en sus vidas.
En el filme Grandage
nos muestra un par de escenas de Perkins manteniendo conversaciones de este
tipo con dos monstruos de la literatura como lo son Scott Fitzgerald y
Hemingway.
“El editor
de libros” es una película compleja dentro de su sencillez que nos permite comprender
el trabajo, la vida y obra de aquellos extraordinarios hacedores de libros que
ya hoy en día prácticamente no existen o son una rara avis.
Quizá sea
una historia que pueda agradar al público en general pero que sin duda disfrutarán los amantes de los libros.