viernes, 26 de septiembre de 2008

Saudade da Bahía


Una de las últimas tareas que le asignaron a mi esposa en su curso de portugués —curso que hace para saldar una deuda con sus raíces lusas: su padre, como tantos otros, emigró a estas tierras desde la isla de Madeira a mediados del siglo pasado— fue la de seleccionar una canción, investigar todo lo relacionado a su tema y autor para posteriormente hacerla sonar durante la próxima clase, exponer lo investigado y propiciar la discusión en el aula.

Como toda mi cultura musical lusa se reduce a Madredeus y uno que otro fado, ante la ayuda que me solicitaba mi esposa, le puse como condición que por favor nos limitáramos a la música brasilera, de la que sí soy seguidor, incluso desde el primer día en que pude elegir lo que me gustaba o no, que es casi como decir que soy seguidor de la música brasilera desde que tengo uso de razón.

El siguiente fin de semana tuvo entonces sabor a caipirinha y reminiscencias del olor y el arrullo que producen las olas al romper sobre las costas de Salvador de Bahía. En el stereo sonaron sin cesar las voces de María Bethania, Elis Regina, Gal Costa, Rita Lee, Nana Caymmi, Beth Carvalho, Simone, Antonio Carlos Jobim, Caetano Veloso, João Gilberto, Chico Buarque, Toquinho, Gilberto Gil, Milton Nascimento entre muchas otras. Vale decir que a Roberto Carlos lo asocio, ineluctablemente, con los días de mi infancia, en exclusivo español, de manera que no entró en la programación de ese fin de semana.

Confieso que tenía tiempo sin colocar muchos de aquellos cds pues en los últimos cuatro o cinco años me había dedicado a escuchar música en español e inglés, pese a que considero a los músicos brasileros como los más virtuosos del continente (¿o del planeta?), en cuanto a música popular se refiere. La riqueza de matices en la música brasilera tal vez se acerque al infinito. Escucharla produce en el alma una sensación parecida a la de estar parado frente a un cuadro de Cezanne. Y para muestra un botón: la larga y prolífica trayectoria de Caetano Veloso, uno de mis músicos predilectos y, quizá, el exponente en vida más representativo de la cultura musical del gigante del sur. Veloso se inició en la década de los años sesenta del siglo pasado y todavía hoy, a comienzos de este siglo XXI, se mantiene tan creativo y activo como en sus primeros años. Justo de Caetano Veloso fueron los temas por los que mi esposa se inclinó para desarrollar su tarea. Y conste que no ejercí ningún tipo de influencia. Sólo me dediqué a representar, como mejor pude, mi papel de improvisado y amateur dj.

Ella quería un tema que fuera movido, que sonara “diferente”, y que a la vez su letra tuviera contenido. Así que su elección se decantó por “O Navio Negreiro”, sencillo incluido en el trabajo de Veloso titulado Livros, de 1997.

“O Navio Negreiro” es un tema poderoso, de esos que lo envuelven a uno para sacudirlo luego desde las propias entrañas; con elementos y profundas raíces de la música tradicional de África, donde los instrumentos de percusión (a cargo de Carlinhos Brown) son el único acompañamiento de las voces de Veloso y María Bethania; voces que, por cierto, le guiñan con descaro un ojo a otro movimiento musical de connotaciones negroides como el rap. Veloso tomó fragmentos del poema del mismo nombre, compuesto por Antonio de Castro Alves (1847-1871), en el que el poeta romántico (a quien habría que dedicarle un post entero), con brutal dramatismo, dejó plasmado de forma contundente y conmovedora el testimonio de lo que fueron las travesías de los navíos negreros desde las costas occidentales del continente africano, a la nueva tierra que esperaba ansiosa a sus pasajeros para hacerlos esclavos. Sin embargo, ellos a la postre traerían mucho más que un par de manos para la faena y una espalda para que el amo de turno descargara sus frustraciones. De hecho, a decir del propio Veloso, en un trabajo posterior que tituló Noites do Norte (2000): “A escravidão permanecerá por muito tempo como a característica nacional do Brasil”.

La herencia cultural africana es un tema recurrente en las composiciones de Veloso, especialmente las que conforman Noites do Norte, donde rinde un sentido homenaje a los millones de hombres y mujeres que entre los siglo XVI y XIX fueron obligados a cruzar el atlántico para convertirse en esclavos en el nuevo continente. A esos mismos que Castro Alves intenta redimir en su poema a través de dantescos y desgarradores versos:

Senhor Deus dos desgraçados!
Dizei-me vós, Senhor Deus,
Se eu deliro... ou se é verdade
Tanto horror perante os céus?!...
Ó mar, por que não apagas
Co'a esponja de tuas vagas
Do teu manto este borrão?
Astros! noites! tempestades!
Rolai das imensidades!
Varrei os mares, tufão! ...


Vale decir que Castro Alves murió sin ver hecho realidad uno de sus mayores sueños, al que dedicó vida y obra: la abolición de la esclavitud. Al ponerle música a “O Navio Negreiro”, Veloso también contribuye con la difusión de la obra del poeta, una especie de Rimbaud nacido en este lado del Atlántico.

lunes, 8 de septiembre de 2008

La generación tardía


Siempre se habla de la crisis de nuestro teatro contemporáneo y a veces uno se hace cómplice de esta afirmación después de ser testigo de un abominable y esperpéntico espectáculo representado sobre alguno de nuestros escasos escenarios. Pero a despecho de esta actitud pesimista, si algo ha caracterizado al teatro universal es su heterogeneidad y su capacidad inagotable de renovación. Es así como un día podemos ver un montaje o una propuesta de cierta agrupación que nos satisface o deslumbra, y, al otro, algo realmente distinto, incluso muy inferior. Y viceversa. De igual manera una pieza de un mismo autor puede ser luz en las manos de determinado director y sombra en las de otro. También hay obras y montajes que ni que se materialice en escena el espíritu de Shakespeare o de los autores clásicos griegos. Todo esto sin mencionar que, durante cada función, un mismo montaje puede llegar a ser distinto. El teatro permite esto y mucho más porque es un ente vivo, en constante evolución (o involución, también es válido), a cuya vera se conjugan los procesos de varios creadores: autor, director, actores, luminitos, escenógrafos, musicalizadores o sonidistas, productores, etcétera, etcétera. El aporte de cada uno —y en conjunto— es lo que finalmente produce el resultado que llega a los sentidos del espectador.

Al calor de esta crisis, y a las muchas otras que la han precedido (suelo tener presente las palabras de Carlos Giménez: “pienso que este enfermo incurable al que llamamos teatro, sigue agonizando con buena salud”), aparecen nuevas generaciones de teatreros dispuestas a tomar o arrebatarle el testigo a la generación anterior, bien sea creadores que salen al escenario o aquellos que se quedan back stage. Son muchos los que en la actualidad están tratando de ganarse un espacio a punta de talento, pasión y disciplina, gente joven en su mayoría, sin embargo, en mi nota no voy a referirme a ellos exactamente, sino a un grupo de nuevos dramaturgos, no tan jóvenes, con quienes he tenido la suerte de establecer un diálogo constructivo.

A principios del año pasado, Loida Pérez convocó a varios dramaturgos —de los que comenzábamos a hacer público nuestro trabajo— para sumarse a un proyecto que ella venía cocinando desde hacía tiempo. Se trataba de escribir obras breves, de no más de diez minutos, para luego llevarlas a escena en forma de un espectáculo de lecturas dramatizadas o montajes mínimos. Ya ella contaba con un espacio para materializar dichas propuestas: la Sala Experimental del Centro de Estudios Latinoamericano Rómulo Gallegos o CELARG. Apartando los resultados del proyecto, que todavía están por ser evaluados, lo más resaltante e interesante, desde mi punto de vista, fue el proceso cómo las obras que conformarían cada una de las puestas en escena fueron concebidas: se proponía un tema, los autores decidían si escribirían o no una pieza abordándolo; una vez escritas, las piezas se hacían llegar a todos los autores, se leían y eran comentadas; tras una revisión, todas eran entregadas al director que se encargaría de realizar la puesta. Finalmente, era él quien seleccionaba las obras que formarían parte del espectáculo. Por supuesto, para unos autores, el proceso en sí tuvo sus bemoles, pero esa es materia para otro post. Para mí fue un proceso enriquecedor: tener la posibilidad de entrar en contacto con la obra de otros dramaturgos a quienes me unía ciertas coincidencias (edad, búsquedas, haber obtenido algunos premios y no haber sido representados profesionalmente o estar en vías de) y compartir un singular espacio donde nos leíamos y comentábamos.

De aquel grupo de dramaturgos rescato cuatro nombres que desde entonces a esta parte han resonado en el ámbito local: Juan Ramón Pérez, quizá el más “veterano” de todos, con varias piezas a cuestas y quien este año se estrenó como guionista de cine en la película “1, 2 y 3 Mujeres” y estrenará su pieza, “Hasta la vista, Beibi”, en un festival de teatro venezolano en París; Vicente Lira, de quien ya se han estrenado dos comedias con éxito de público, una de ellas con dos temporadas (la primera en el Ateneo de Caracas y la siguiente en el CELARG); José Antonio Barrios, que es además actor y poeta —y quizá la cara más conocida del grupo, por unos populares comerciales de TV—, también ha conseguido que un par de sus piezas suba a los escenarios y, por fin, Roberto Azuaje, el que faltaba por estrenarse ante el público pero que en los próximos días lo hará por partida doble, con el montaje de “José Amindra”, dirigido por Dairo Piñeres y producido por Rajatabla, y con “Siete grados de entropía tropical”, montaje que será realizado y presentado en Londres durante el Festival de teatro latinoamericano CASA, ambas en el mes de septiembre.

No me cabe duda de que la obra de estos autores seguirá dando de que hablar en los años venideros, siempre y cuando se mantengan en la búsqueda que los ha traído hasta el punto donde se encuentran ahora. Incluso por allí, entre bastidores, he escuchado una denominación para agruparlos: “la generación tardía”, porque todos se han estrenado en el circuito profesional después de los cuarenta —desde luego, esta denominación también me incluye. Lo importante es que continúan trabajando (por ejemplo, las últimas dos piezas que he leído de José Antonio Barrios me han sorprendido gratamente, sobre todo porque en ellas ha dejado de lado su faceta de comediógrafo y ha abordado temas de mayor compromiso autoral), buscando y consiguiendo que sus piezas lleguen hasta el público, con lo difícil, es sabido, que resulta esto en un país como el nuestro. En lo posible trataré de seguir sus carreras y celebraré sus éxitos, como lo he hecho hasta el día de hoy, porque, aunque “tardía”, hay que celebrar a las generaciones de relevo en nuestro teatro.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Otra vez Vargas Llosa

En mi versión del mundo, literatura y política van juntos. Rechazo la separación y en esto me encuentro de acuerdo con mis adversarios, la literatura no puede aislarse de la vida social.

Fuente: el-universal.com

sábado, 6 de septiembre de 2008

José Antonio Barrios gana el I Concurso Dramaturgia Breve "Gilberto Pinto"


Con la pieza "Mi reino por un sueño... una cuerda tensa a punto de romperse", basada en la atormentada vida del poeta venezolano Ramos Sucre, José Antonio Barrios se alzó con el premio único del I Concurso Dramaturgia Breve "Gilberto Pinto", convocado por la Casa Nacional de las Letras "Andrés Bello".

El jurado del concurso, integrado por Rodolfo Porras, Carlos Arroyo y Gustavo Ott, seleccionó la pieza de Barrios entre el grupo de obras participantes “por considerar el carácter innovador propuesto en la estructura dramática, la creación de atmósferas, la visión humanista y poética de los personajes así como un consistente dominio de la escritura escénica”.

José Antonio es actor y poeta y su trabajo como dramaturgo ha sido reconocido anteriormente con el premio de dramaturgia de Fundarte 2006 y estuvo entre los finalistas del Premio CASA de Dramaturgia Venezolana (Londres, Reino Unido), convocado el pasado mes de febrero por el Festival inglés y el Teatro San Martín de Caracas.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Editorial venezolana abre período de recepción de manuscritos


Editorial Cronopios abre convocatoria para autores venezolanos

Un nuevo emprendimiento editorial venezolano, Editorial Cronopios, acaba de abrir el plazo de recepción de obras para sus primeras publicaciones, que serán presentadas a mediados de 2009 como parte de un ambicioso proyecto que pretende “elevar los estándares en el ámbito editorial venezolano en cuanto a la calidad gráfica y literaria de lo publicado, y su promoción y difusión”, según indicó la escritora Marianne Díaz Hernández, una de sus impulsoras.

Hernández dirige la editorial junto con su madre, la también escritora Susana del Rosal, y en el equipo trabajan además una diseñadora gráfica, correctores y un asesor jurídico. El sello está dedicado a la publicación de libros de autores venezolanos, preferiblemente poco difundidos hasta el momento. Publicará libros de poesía y ensayo, pero su principal interés editorial será el relato y la novela breve.

Los libros aparecerán clasificados en cuatro colecciones: Babel, con traducciones hasta ahora inéditas, o poco difundidas, de obras extranjeras; Libro de Arena, de narrativa breve de ficción; Arroyito, de narrativa y poesía dirigida al público infantil, y Horizontes, de ensayo de carácter social.

“Una de nuestras políticas fundamentales es la apertura, en el entendido de recibir originales y considerarlos para publicación, con independencia de cualquier criterio excepto su calidad literaria”, explicó Díaz Hernández, quien agregó que la tecnología será un aliado indispensable del sello. “Proyectamos presentaciones y lecturas de nuestros libros, campañas publicitarias y la integración del uso de la tecnología en el espacio de la editorial. Algunos de nuestros escritores podrían mantener blogs dentro del espacio de la editorial, y como estrategia promocional se liberará fragmentos de sus libros en formato PDF”.

Para este primer período de recepción de obras, que cierra el 1 de noviembre, Cronopios está buscando libros inéditos y en español, pertenecientes a los géneros de narrativa, poesía o ensayo, aunque se le dará preferencia a los libros de relatos y a los ensayos sobre temas literarios o sociales. Los mismos deben tener de 50 a 150 páginas tamaño carta, en tipografía Arial a 12 puntos y con un interlineado de 1,5 centímetros. Los interesados deben enviar sus libros, acompañados de la correspondiente nota biográfica y datos de contacto, al correo editor@editorialcronopios.com.

Fuente: Letralia.com

martes, 2 de septiembre de 2008

Premio Municipal de Teatro 2008


En la tarde del martes 26 de Agosto de 2008 se conocieron los resultados del Premio Municipal de Teatro 2008:

Mejor Dirección: Costa Palamides por Penitentes y Barranca abajo - TEATRELA
Mejor Actriz: Haydé Faverola por Los días Felices - bajo la dirección de Humberto Ortiz y la producción de Alberta Centeno.
Mejor Actor: Delbis Cardona por Penitentes - TEATRELA
Mejor Actor de Reparto: Luigi Sciamanna por Los Productores - PALO DE AGUA PRODUCCIONES
Mejor Actriz de Reparto: Beatriz Vásquez por La duda -
Mejor Texto: Elio Palencia por Penitentes - TEATRELA
Mejor Teatro Académico: Mi hermano José Rosario - Grupo Teatral Abrapalabra
Mejor Teatro de tìteres: El cazador casado - Grupo IAVE
Mejor pieza de teatro infantil: La zaranda - DRAMO
Mejor Producción: Marisela (Cocó) Seijas y Juan Carlos Azuaje por Penitentes - TEATRELA
Mejor Escenografía: Fernando Calzadilla por Los días felices - TET
Mejor Vestuario: Edgar Gil por El eco de los ciruelos - COMPAÑIA NACIONAL DE TEATRO
Mejor Iluminación: Dario Perdomo por El eco de los ciruelos, Penitentes y El alquimista -
Mejor Teatro de Calle: La historia que a mí me contaron - Fundación Casa del Arco iris
Mejor Musicalización: Marco Suniaga por Sueño de una noche de verano - LA BACANTE
Mejor Música Original: Abiram Brizuela por Cuentos de guerra para dormir en paz - TUMBARRANCHO TEATRO

Menciones Especiales para los dramaturgos Karin Valecillos por Cuentos de guerra para dormir en paz y Ricardo Nortier por el texto de Parece que va a temblar.

Fuente: Aliarts